LOS ANDENES
LOS ANDENES
Y tendríamos que empezar a remover tierra
hojas amarillas y aun húmedas, estériles
cansadas de recostarse en los pechos lastimosos
cual si fueran pájaros sin alas, cautivos y tristes.
Y este presagio de dudas y maderos astillados
esta ilusión desangrada, lumbre, pobre y sola
me hace mal, me tortura en el recuerdo desprotegido
Porque cuando te pienso, pienso en las vidas
en el oculto designio de la incertidumbre
en mis manos que quisieran prolongarse
y pedirle al nacimiento que renazca en otro tiempo.
Porque nacer como semilla nueva, amarilla
y darle colores a los campos y marrones al camino,
agrandar la gruta donde escondo mis sombras
y ser señal y faro vigilante en el firmamento.
Y ser tu llanto y tu alegría,
y tu pañuelo y tus ansias,
palpitares y sol de mediodía,
un espejo, una gema escondida
Un presagio de algo distinto
para esta vida que es más viva
si en los andenes de los días
vamos tallando nuestros destinos.
Carlos Brid
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