Las niñas no quieren ser princesas.

Ahora ya son libres
en un mundo que
ha roto mil cadenas
que ha dejado enterrados
los prejuicios y la terquedad
que afloraba en el pasado.
Nacieron viendo
espejos rotos
ojos tristes y vendados
en los rostros de sus abuelas

donde la figura paterna
deja mucho que desear
y el héroe de la historia
ahora se llama mamá.
Vez esa mujer valiente,
decidida, capas de entregarlo
todo día a día
para llenar y cubrir
cada área de la vida.
Hace que las niñas
no idealicen el amor
no necesiten príncipes
que las recaten,
que las cuiden y las guíen.
Hoy las relaciones
se dan entre iguales
los hombres se convierten
en compañeros de vida
en confidentes, amantes y
en amigos leales.
Alguien que comprenda
que somos iguales
que sabemos trabajar
que luchamos con entereza,
con fuerza y valentía.
Que nuestra opinión importa
y nuestra voz tiene
un propósito valioso,
que la sexualidad
es un regalo de la vida
y que tienes el derecho
de recibirlo y explorarlo.
Que solo tú decides
con quien recorres
el camino y a quien
tomas de su mano.
Que si nos equivocamos
porque somos vulnerables
sabremos levantarnos
y seguir hacia delante
siempre habrá una mano
y nuevos amores
que nos esperan
con ansias para llevarnos
a un mejor destino…