La Novia

Cuando termine la gloria del silencio
y se vacíe la paciencia de este cuerpo,
mi alma obediente emprenderá los caminos
donde en mis manos aún queden primaveras,
mi vida se habrá ahogado detrás del fuego
quizás entre el amor de tus brazos
o en la frazada húmeda del umbrío hospital,
no me dejes sola bañada en la melancolía
de mi alma que se aparta de tu melodía
que no calmará nuestros lejanos anhelos,

abstraída de mi deceso
me verás tan solo dormida
coronada con mi lenta fatalidad
calzada en los bronces
de la bruma nacida en mi pecho,
ella se dispersa con sus cabellos
y contempla la atmósfera cálida
del perfume de mi piel pálida
que respira triste y confusa.

Seguro el sol
se paseara por mi morada ilusión
con la mascara de tu plácida sombra
que en la oscuridad saludara con encanto,
reposaré dentro del féretro de oscuro color
tendida y cubierta de fino velo blanco
en contemplado sueño enfermo,
ausente de los dilatados mares
que con su medrosa visita incógnita
todo en silencio reposa.

En nuestro indiscreto y triste encuentro
entre el sopor y el recuerdo
cruzaré la ciudad que terminará
por última vez,
entre ramas y lauros floridos
todo será hielo sin tu lecho real
ni el incienso de tu luz de la mañana.
En el sepulcro mi extraña poesía
que no sabe de cultos orientales,
solo de una virgen solitaria,
rastreara el misterio incomprensible
del hondo amor que en silencio
mi alma siempre te escondió,
solo me quedará el consuelo
de encontrar la celestial
sonrisa de la reencarnación.