La naturaleza del orgasmo

Y ahí estabas tu deseandome al otro lado de la ciudad, vagando por el transito de la excitación cegada por los rollos de dinero y las otras necesidades humanas. Te deseaba tanto que podía arrebatarme un trozo de mi para pactar el sello de las almas gemelas. En un atemorizante trueno, tus manos junto a mi cuerpo buscando desatar los deseos más primitivos, consolidando el reacio amor, la cordura de la locura.
La lluvia seguía siendo testiga de los pensamientos que iban de un cerebro a otro como rebotando por entre los cielos humanos, paseandose por flores y soles, conociendo los planetas que se extinguieron antes de nosotros y en un beso te quité todo lo que tenías. Cuando intercambiabamos todo lo que nos quedaba para dejar los esqueletos en un desnudo, los huesos ya no estaban porque nunca hicieron falta, en cambio las almas se desintegraban por la oscuridad de los deseos del Dios Lujuría y reencarnamos en mariposas copulando por el cielo estrellado y las costelaciones fueron alineandose, el eclipse se arrodilló ante nosotros y nos arropaban capaz de luz de luna y el sol no dejaba de calentar, mirando al cielo gritabamos todo lo que el pensamiento se negaba a decir.