LA LUNA Y EL VALS.
LA LUNA Y EL VALS
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Bailemos un vals.
Cerremos los ojos entrando profundamente en el camino que nos lleva al infinito.
Dejemos fuera de nuestro mundo todo lo tedioso,
permitiendo a la sangre de nuestras venas
fluir en el sentir ardiente de nuestros cuerpos.
Dibujemos juntos un paisaje interminable en el ocaso, como un astro que cae enardecido quemándonos hasta los huesos, dejando en su estela solo cenizas humeantes, fundidas en nuestro aliento y que sean las aves matutinas provenientes de los páramos, las encargadas de esparcirlas por los cuatro vientos.
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Regocijado de danzar aquí, pues si no hay impedimentos, viviré en mí y moriré en ti.
¡Amor mío!
Comienza el ascenso de tus brazos rozando mis costillas para enlazarte a mi alma en este baile inefable y alza luego tu barbilla para poder posar en ella mis labios y forjar así juntos, los tan anhelados besos y abrazos,
fundiendo estas dos almas en una sola, cual escultura de alabastro.
Hagamos con nuestro musitar una sinfonía,
como la brisa que acaricia al árbol
cuando con tu sonrisa me llevas a lo alto,
en dirección a ese epílogo de palabras dulces
que acampan en el oasis de aguas vivas
que yacen en medio de tu campo.
Hoy, quiero amanecer en ti y
acampar en tus brazos porque el deseo de vivir en mí, es amarte demasiado. Quiero morir saciado en ti y que el Dios de mis ancestros conceda al son de nuestros pasos esta eterna utopía.
No te sueltes de mi abrazo, que en este momento un espiral de sentimientos se va internando en mi pecho como los lobos se internan en el bosque
siendo solo tú, la luna capaz de sofocarlos.
Esta luz tenue que con tu calor me arrulla, llega para apaciguar esta insaciable calma
que ansía caminar a paso lento por el valle de tu alma y llevarme de prisa a escalar rocas y montañas para luego allí,
izar en buena lid montado en corcel, mi emblema de Liz dejándote la cima abanderada.
¿Quién pudiese pensar que eres tan generosa en el arte de amar?
Por ello te gozo en cada nota y en cada paso de éste, nuestro vals.
Tu alma y mi alma,
amada mía, están fundidas e hilvanadas y se aprisionan en cada verso de estos renglones danzando sin cesar.
Solo cierra los ojos, rodeame fuerte las costillas y danza con mi sombra alzando tu mirada...
Bésame sin cesar a la luz de nuestra luna amada hasta
que nos acuse la noche
y nos absuelva la madrugada.
Raymond Sánchez.
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