Junto al roble.

Junto a un roble viejo y caido
había una enorme encina
con muchas ramas y hojas
verdes y tersas...
Su copa era tan amplia y
su complexión tan recia,
que hasta el viento enmudecía
al contemplarla y los tordos
se arremolinaban para
Bajo el dosel de su sombra,
crecían los hinojos y
las esparragueras..., y se
guarecían los pastores
mientras pacían sus ovejas.
El sol se dormía entre sus
hojas y los líquenes
recubrían su corteza...
¡Su enorme tronco se erguía
como un fuste, mostrando su
figura por encima de
las frondas de la sierra...!
Al anochecer, el cielo
le alumbraba con sus luces,
y el rocío le adornaba
con sus perlas...
¡Todo el mundo se quedaba
sorprendido, todo el monte
se callaba para verla...!
"Qué grande y hermosa soy...!"
-Gritaba a los cuatro vientos
para que todos la oyeran...
Mientras que el roble, envuelto en
llanto exclamaba:
"Como su tronco fue el mío,
verdes y prietas mis ramas,
nada es perpetuo en la vida,
todo es fugaz y se acaba."
Autor Francisco López Delgado.
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