HUÉRFANOS DE HUMANISMO

Deambulantes grises y tristes, caminantes sin rumbo fijo
en cuyos ojos el dolor sabe que no hay tiempo
ni para el presente, ni para el olvido,
cargando esa tristeza que los roe de a poquito.

Traspiés inseguros y torpes buscando otro día más el camino
que lo refugie del hambre, de tormentas y martirio,
y que aunque sea por una noche, los huesos no sientan frío.

Conocedores de rincones rancios,

malolientes, enmohecidos.
Ésos!... que nadie quiere ver u oír...
Rechazados, advenedizos...

Humanos lejos de humanos, hermanos de los castizos.
Ajados rostros enjutos en ropajes deslucidos
a cuyos pies duermen perros, compañeros de destino
dándose calor mutuo cuando no hay lumbre ni cobijo.

Oídos acostumbrados a los ruidos del sigilo
y mano siempre extendida, clamando sin un sólo grito...
Las sombras que los arropan, esconden sus pecados más íntimos.
Los dedos que los acusan nunca han estado en su sitio.

Culpables de ser casi nada, de vivir al borde del ílicito.
Aquéllos que no se ven, son el fruto de lo omiso.
Cuando veas en la calle a los faltos de humanismo
extiéndeles tú la mano y míralos como a ti mismo.

21/01/2020.