Estuve a punto de escribir una poesía…
Waoo…!, dije al despertar,
Me encontraba en el bosque de la poesía,
Versos, letras y palabras podía recortar
De la flora, al fin una poesía escribiría.
Entonces mi mochila sacudí,
Mi intención era hacer una buena recolecta,
Empezar enseguida decidí,
Por lo que no me puse a dar más vueltas.
L
Los de versos se clasificaban por tema,
En mi mente, el malvado pensamiento de un serrucho,
Pero el cortar una rama ya me convertía en anatema.
Solo estaba permitido
Recoger versos, letras y palabras,
Lo demás era prohibido,
No había espacio para una actitud tan macabra.
Decidí dirigirme al árbol llamado amor,
Por si su sombra me inspiraba,
Recogí a besos, caricia, perfume y candor,
Y casi a corazón yo dejaba.
Al lado de este árbol estaba el árbol espiritual,
Del que recogí fe, confianza y también paz,
Y después de recoger a ritual
Me devolví a amor a recoger una palabra más.
Llegado al árbol amor
Busqué y busqué con atención,
Busqué aquella palabra que desinhibe a temor,
Hasta que por fin encontré a pasión.
Y camino a la salida
Un extraño arbusto observé,
Qué raro- me dije-, parece sin lírica vida,
Y entonces, me pregunté…
Y este arbusto extraño…?
De que me servirá…?
Nada de letras, solo espinas que hacen daño,
No me sirves –le dije-, mejor me alejo ya.
Y el extraño arbusto, como si me entendiera,
Enredó mi mochila con sus espinas,
Pero yo de un jalón, y no un jalón cualquiera,
A la mochila aparté de su actitud tan mezquina.
Continué con mi labor,
Versos, letras y palabras recogía,
Mi corazón percutía como tambor,
Al pensar que por fin una poesía terminaría.
En el árbol de muchas letras
Fueron tantas las que recogí,
Que la mochila casi se indigesta,
Así que irme decidí.
Y al casi llegar a la salida
Emocionado estaba porque al fin
Guardado llevaba en mi mochila
Aquello que una poesía me permitiría escribir.
Y saliendo de este lírico lugar,
Decidí en una banca del parque sentarme,
Para así con calma poder revisar
Mi lírica cosecha triunfante.
Y triste cuenta me di,
Que aquel arbusto por mí despreciado,
Con sus espinas como berbiquí,
La mochila había desfondado.
Ahora en la mochila con su fondo desfondado,
Mi mano buscaba en vano…
Las letras y palabras habían escapado…
Otro poema más que no había consumado.
Rafael Puello
Barranquilla - Colombia
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