Estados en el día
Soy el niño con cada amanecer que me regala el día, y juego entrelazando los hilos del viento en cada rueda del carro de lata que halado se convierte en madera, y me monto en una nube de chocolate y llega al mundo de galletas en mi boca ¡imaginación!, el niño al fin.
Soy el joven, a golpe de las once, cuando explorando dejo heridas en cada camino ¡los mios! y me siento curioso por las curvas de la venus que me tienta a tocarla en el aire de mi imaginación.
Soy, quien escribió los poemas que revelaron lo enamorado que estábamos ¡no sé sí aun tú! y me sentí a eso de las tres como el labriego, el que trató a la tierra que fértil de mis manos prosas para un beso dejaba ¡nadie sintió nada!.
Soy, el viejo que se va de la mano con el crepúsculo, y pintó con el mismo ocaso el camino maltrecho que la vida le ha regalado, hay un olor a resequedad en los huesos y en la piel poros tapiados por las lágrimas que inundaron los caudales sumisos en sus últimas horas.
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