Epístolas

En cada nota que se rompe a la mar
se eleva una colmena de estallido
y ensalza un vuelo nuevo;
paraíso que crece a la sombra.
Y a la siembra,
el pescador derrota condenas
sujetas a la gloria de un día;
entre brotes de rocas
del espíritu oprimido.
U
un desierto en las entrañas
al despertar pálidas ventanas;
individual asilo de la selva impaciente
que guarda la tarde remanente.
Calle solitaria a la oscilación
que hiende sus cabellos
en las olas perlas;
desde el aroma que embriaga
un cantico doliente.
Torbellina costa vaga
entre los senos postergados;
testigos del culto a la esperanza,
epístolas en muertos papiros.
Mezquina tierra, bajo el reflejo
de campanas profanas,
que arrojan dulces tristezas
y tonos vivos, tumultos verdes
cual mariposas de escamas.
Muralla de evasivas sin guardia;
placidez barcaza impasible
desde tu mano invisible
a la tez flor de mármol.
Descienden los inciensos
irónicas verdades al alba;
juglar de hartazgos plácido existir,
revestidos de túnicas licor de malva.
Sos vida cual ángel hermoso
que nace y besa los labios mudos,
detonación de tan injusta prisión.
Un cisne embelesando a la laguna
y eterna lobreguez.
Autor: Gabriela Ponce LS

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