El ocre en su morada

-I-
Miré a los hombres
como se mira en la multitud gama estrellas,
entre el espacio más profundo.

Una sucesión de la visión impaciente,
adentrado al lugar colmado, iluminado,
con el verdor del iris como marco.

Esperé por vuestro nombre aun sin rostro

oculto bajo la celeste bóveda,
atente a la invitación de latidos.

-II-
Presa, transitase el alma por los sentidos
de sentimientos en formas mezcladas,
congregado, adormecido.

Lo mismo, la melodía genuina
que evoca entre susurros,
la ceremonia de una conversación
sobre el instante cristalino.

Perdurable en palabras
la fuente caprichosa de dulzura,
revelase la morada de tan breve relato
envuelto en el tul de una tarde larga.

-III-
Cobijado va el recuerdo deleitable
por redes fuera de este mundo,
y colinda el hábito profundo
que conduce al fondo de un jardín
como visión del profundo espejismo.

Allí, el ocre en su morada
cual estallido de hojas albor,
habita en sucesión;
en tanto, la natural reminiscencia
llena sus acordes de atavíos.

Un vendaval inmortal de la esperanza
labrado al toque del flautín,
atento al curso en su polvo cometa
congrega en su llamado de vías abiertas.
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Noviembre 10, 2022
© 2022 Gabriela Ponce- La Dama Azul
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