EL EPITAFIO QUE NUNCA FUE

...y el verbo se hizo carne...

Te engendraron para ser ardiente daga
que con sobrenatural vigor
atraviese fútilmente las sienes de esta pétrea humanidad,
que con sus enormes ojos incrédulos, desorbitados, abobados,
observan el materialismo de la materia
ensimismándose entre intrincados cálculos matemáticos
dualizando así la tridimensionalidad de sus maleables contenedores llamados cuerpos.
Aconteciste así también, transcribiendo lo que escrito estaba

lo que se estaba escribiendo y lo que se escribiría
tus traslucidas palabras blandirían magistralmente
lo que la nefasta necedad exhortaría en su defensa.
Tus ojos humanos no podrán ver ya
mas la vergüenza te agobiara por todos esos falsos trovadores
que con rituales llenos de ridícula ignorancia,
denigraran la especie, mas no así la palabra verdadera;
sin embargo serian muy pocos los que con innata pedagogía
sabrían mostrar en la simpleza de una fértil existencia
la solemnidad de una innegable y palpable enseñanza
que trascendería lo trascendental.

...y habito entre nosotros...