EL ALMIZCLE DE LOS ÁNGELES

2017 Ago 02
Poema Escrito por
Margazul

Mientras la besaba,
de su boca escapaban encendidas brasas,
acariciaban mis brazos los besos de su mullido busto.
De una cárcel se abrieron los férreos cerrojos,
desconocidos cielos me hablaron derramando su ciencia.
La loca inanidad de húmedos cobertores
me hizo perder el conocimiento;
la vida, distraída, desabrochaba su leve falda.

Ella me entregó todos sus deleites,

mis emociones triunfaron.
¡Cómo me hicieron sonreír aquellos viejos esqueletos
asomados tras infantiles estrellas…!
Cuando la contemplaba, distraída y desnuda,
sentía en su trasfondo abrirse nuevas fresas
hendidas por mi hierro, comulgando en nuestro fin.

Olvidadizo hombre, de quebradizos huesos,
sucumbiera al invierno sin el sol de sus labios,
sin tenerla a mis flancos mis lágrimas triunfaran.
Virtuosa y libertina, delicada y robusta,
el brillo de mil lunas, en impaciente lecho,
se encendía para mí.

Yo era entonces un joven
maniquí y, muy tímidamente,
volvía mi médula hacia ella.
Inducido por extraña metamorfosis
me atreví a devolverle alguno
de sus mordiscos.
Olía a rebosante mujer
y, en aquellas pegajosas noches,
derretíamos el helado odre
con el ardor escondido en nuestro pecho.

Cuando escuché sus profundos suspiros,
sin esperarlo se abrió una fuente de luz.
Sus gemidos sanaban mis heridas,
en un torrente de plena sabiduría
se entremezclaban nuestras sangres.
Entrechocaba seno con seno,
sus rosados pezones, cual veleidosas sierpes,
hacia la luna se alzaban.

Al cabo de unos segundos,
el destino impuso su regia calma
y, nosotros, como veletas danzábamos
al capricho de ociosas tempestades.

2017 Ago 02

Margazul
Desde 2014 Jul 11

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