El agua dulce duerme


-I-
El sonido del cauce sobre la cañada
envuelve la difuminada grama,
a lo largo del paso de estrechas huellas.
Cruzando el sendero,
fragancias inéditas penetran los sentidos
introducidas al compás de la melodía de un adagio.
Mis deseos infinitos se amontonan sobre nubes
donde abierto suspira el viento.
La lejana obscuridad origina dimitir
entre emisiones de albor;
cruzando el cristal en su trayectoria
al centro de la morada.
Rendida ante la cima de los templos escalonados,
el resplandor momentáneo
cruza la seductora arquitectura
susurrando sinfonías libres.
Y hacia el centro de tan disperso paisaje,
coordenadas de una tierra arrasada
por segmentos letras, ligadas al pantano
de magnolias deshojadas…
-II-
Silenciada la añoranza,
fragmentos de lluvia declinan
sus himnos solemnes;
cual nueva dimensión de un mar adentro.
Alcanzado el estremecimiento
en la plenitud de atavíos,
el agua dulce duerme caprichosa
asestando tan solemne despedida.
¡Demasiado tarde quizá!
Para la dilecta inmortalidad
que en ocasiones ahoga
nuestras vidas, reconstruidas.
El llamado insistente
viajando en la profundidad
de éste muro de secreta oración…
-III-
Quebrado el canto de aves;
viene, siempre viene,
el alba murmurando
con el sello de los días.
Pigmentos iridiscentes abren un pasaje
y la alegre multitud de campanillas,
ciegan a los vientos pasajeros
llenos de lágrimas tras la puerta camino al templo.
Con ello, un fuego sobre mi rostro,
un jardín abundante en frutos,
y una calma en el abismo
que generoso llena al corazón.
*
Septiembre 14, 2021
© 2021 La Dama Azul, Gabriela Ponce de León. Todos los derechos reservados.
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