EGO SUM QUI SUM ( La Vampiresa de Ébano)
“Porque la vida de la carne
en la sangre está
yo os la he dado para hacer expiación
sobre el altar por vuestras almas (...).”
Levítico 17:11
Ego sum qui sum, vampiresa de ébano sombrío,
la hembra de piel nocturna y un corazón ruin helado.
Yo soy la Eva negra que a Adán ha apuñalado,
y con Caín yació en un incestuoso desvarío.
A
vestida de negro, sostengo el cáliz del abismo.
Bebo la cosecha de uvas podridas en el istmo,
saboreando el elixir que envenena con su hechizo.
Entidad de la noche, deseosa de corrupción,
mis ojos son dos luceros de lúgubres desvelos
con los que guío a los mortales hacia sus anhelos
más oscuros, donde encuentro placer y seducción.
Soy la criatura que se alimenta de almas perdidas.
Mis susurros son vientos melódicos y macabros,
en los corazones que a la luz de los candelabros
despiertan ataviados de sus pasiones y heridas.
Enigmática y hermosa, un ser de negra cruz,
mi refugio, la estirpe de lo gótico y lo eterno,
y donde las sombras me envuelven con su helado invierno,
las lágrimas de la luna me bañan con su luz.
Soy vampiresa que danza en la noche interminable,
y en las turbias profundidades de un ser sin presente.
Conozco secretos que yacen en el subconsciente,
y a todos encanto con mi gracejo inquebrantable.
Así soy, ego sum qui sum, en mi oscuro sendero,
Eva negra que rompió las cadenas, la moral.
Voy reinando en la penumbra como un ser infernal,
con insaciable sed de sangre ardiendo cual bracero.
Ven hoy y atrévete a caer en mi abrazo nocturno,
disoluto, perverso, y también muy apasionado,
Ego sum qui sum, la vampiresa en lo sublimado,
y descubrirás un amor oscuro y taciturno.
Fui templario, gladiatrix, reina, esclava y faraona.
Siglos pasados, mi nombre el mundo reverenció,
pero la historia cruel me ha olvidado, me condenó,
mi sed de poder nunca encontró de nuevo corona.
Fui la hembra desnuda que retó a los opresores,
mientras mis alas negras desplegaba con valentía,
dispuesta a desafiar con mi voz cualquier vil tiranía:
una rebelde clamando justicia entre estertores.
Pero la hoguera finalmente encontró mi destino:
llamas herejes danzaron sobre mi negra piel,
un sacrificio inquisitorio en el nombre de Aquel;
me quemaron viva, tributo para un ser divino.
La negrura del Gehena me hundió en su eternidad,
Ego sum qui sum, eco de redención del pasado,
la vampiresa negra que en las sombras se ha fraguado,
y en el reino del averno cobijó su iniquidad.
Se escucha aún mi voz pagana en la noche profunda,
Y no me detuvo el fuego ni la muerte inminente,
pues me volví más fuerte, más oscura, más ardiente,
invitando a los hombres a explorar mi sima inmunda.
Burlo el tiempo cargando mi legado de veneno,
Así pues, en mi existir, he vivido ya mil vidas:
templario, reina, esclava, faraona y elegida,
sembrando miedo y sumisión en cada ser terreno.
La imagen tenebrosa que nunca podrán borrar.
Me mataréis mil veces; destruirme no podrán,
La Eva negra sin pudor, la que apuñaló a Adán.
Ego sum qui sum, la proscripta ha vuelto a despertar.
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