DULCE CAROLINA

Vivo en una casa pequeñita,
está sola en el bosque, sin nada,
llegar es muy difícil, tortuoso incluso,
pero la paz reside en ella, la alegría la rodea
y nunca falta amor.
En la cara que da al lago, la más hermosa,
hay un porche de madera pintado de colores
y arriba, en el alero,
vive una hermosa golondrina, blanca y negra,
como todas,

se posa sobre la valla después de haber comido
y canta
No conoce el miedo, pues nada tiene que temer.
En ocasiones parece que me habla.
Canta, lo hace mirando para mí,
se alborota cuando levanto la vista de mi libro,
mueve su pequeña cabecita hacia los lados,
se sacude el plumaje y canta,
canta Carolina,
canta a la mañana que permitió que despertase,
a lo simple y bello,
al respeto por la vida,
a las flores, al amor,
al esfuerzo,
a los sueños ya cumplidos,
a los que nos quedan por cumplir
y luego vuela, vuela alto, vuela lejos,
dibuja piruetas en cielo
y vuelve siempre en primavera,
a mi casa pequeñita, allá en el bosque.

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