DESNUDO
El tiempo me ha ido desnudando,
sin autorización, permiso o consentimiento.
Ha entrado en mí, oculto ladrón,
por los entresijos del sentimiento.
En oscura noche, de una sola tacada,
me arrebató el tesoro de los besos,
valiosa reliquia que guardé desprotegida.
sin altar, recuerdo ni hornacina;
sin santo al que servir entregado.
Mi templo ha quedado desierto, vacío.
Hasta las rosas que lo adornaban,
se las ha llevado para siempre.
Su rastro: desolación y muerte.
Es cuanto he encontrado al visitarlo.
Al cielo clamo por su justo retorno.
Me ha despojado de los atuendos
que revestían mi acogedor nicho.
Ahora: frío, inhóspito, desnudo,
perdido todo atractivo,
huída toda su ventura,
yace sumergido en el dolor
de la helada sustracción.
Ha quedado, como almendro de enero,
esperando nuevo soplo de luz
que vista sus desnudas ramas
con la bella flor de la esperanza.
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