Depresión IV

Llamando llorando de nuevo
A mi apreciada madre.
Ella es una guerrera,
Quemada por el fuego de batalla.
Mas calla cuando me escucha sollozar.

Grito cosas inconexas,
Cuyo único punto común
Sería la idea permanente,
Que lleva meses grabadas en mi mente:

Nadie se merece tener que escuchar,
A la persona que con dolor dio vida,
Decir: Quiero una salida.
Pero ella lo hizo,
Más de lo que debería.

Esa es la herida
Que ni la sal del tiempo
Cicatriza.
Como el nudo en mi garganta,
Que nunca achanta ni desliza.

En medio de estar abrasiva tormenta de arena
Donde mi testa se muestra capturada,
La única idea que se muestra clara,
Podría ser un simple espejismo:
Sería irse, para no hacer a los demás tanto daño
como me hago a mi mismo.

En un campo lleno de hermosas flores,
Para romper la delicada armonía,
Solo hace falta que una esté marchita.
Aunque se intente ignorar, sobresale a las demás,
Llenando el resplandor del lugar de un marrón seco.

En una sociedad perfecta
Intrínseca en un mundo feliz.
Si tienes un desliz
Y abandonas la senda,
Experimentaras una terrible reprimenda
Y castigo sobre ti.

Soy la pieza 501
En el puzzle de 500.
No encajo arriba.
No encajo abajo.
No encajo.

Debido a todo esto creo,
Que me he convertido en un vampiro emocional.
Sin quererlo o buscarlo,
Acabo siempre drenado,
La felicidad de los demás.