Del sueño que no pudo ser
Recuerdo el despertar de un día, el aroma inconfundible de la flor morada,
Eras petunia en mi desierto de espigas, eras colibrí polinizador de mi alma,
Entre más despertaba, más te observaba, no me entere y no me di cuenta,
el tatuaje que dejaste en el interior de mi alma.
Una marca inconfundible del sueño que no pudo ser,
Un aroma de mujer, plasmado en la firma de mi ser,
Como si mi complemento fueras,
Entraste desde mis ojos y anidaste en mi corazón.
D
Esa mirada que escribe poesía multifacética,
Esa mirada que derrite hielo, de soledad lúgubre,
Esa mirada, de lujuria, pasión y romance.
Dama morada, de mis sueños condenados,
Si el carmín de mi corazón es mas intenso que el amor,
Si el observarte desde lejos, era la premisa de un buen ocaso,
Si el aroma de tu cuerpo, era como néctar de mis labios.
Recuerdo el despertar de un día, perdido en tus brillantes ojos,
Como diamantes vírgenes que aún no se han extraído,
En aquella impoluta mina, me acostumbre a admirarte,
Una petunia de excelente aroma, plantada en el fondo de mi corazón.
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