Decreto

Otra vez estas ganas interminables de ser lluvia
para calmar la sed de los ríos.
Otra vez estas ganas de ser río
para recorrer tus venas.
Otra vez esta sangre desgarrando soledad
y manchando las paredes de este encierro obscuro.
Otra vez yo en la distancia recostada a tu lado
sin que tu lo sepas, respirándote.
Tan cerca de ti. Tan cerca.
Y tu al otro lado del tiempo,

buscándome.
Lo sé.
Tu decretaste nuestra suerte
entre dos copas de vino.
Tu me arrebataste la primavera
mientras apenas florecían en mis manos
veinte días de abril.
Pero cantarás de mi, lo juro,
y me recordarás toda la vida.
Vas a escuchar mis pasos
detrás de cada puerta
y en el delirio de encontrarme
en la eternidad de la obscuridad deseada
sudarás gota a gota mi aliento.
¿Cómo es vivir atrapado en el limbo
de los latidos de mi propio corazón?
¿Cómo es vivir con el alma tremolada
imaginando la tesitura de mis besos
y mi voz?
¿Cómo es vivir recordando
cuando descorchabas la luna?
Llora mientras la noche pasa
y embriágate de llanto y de dolor.
Llora mucho de deseo intolerable
y de recuerdos que abaten
porque así se recuerda
cuando se ha perdido la razón.