Culpa

Solo poesía miserable brota de mis poros
soy el castigado, soy el inocente, soy el correcto,
soy el indigente, soy el cegado, soy el pasado,
soy el presente, pero no quiero ser el presidente,
mientras espero a mis posibles testigos
me veo rodeado de toda la cruda mierda camuflada
que imbuye hasta los santos en la corte,
así, me habla la disforia resonante de evidencias
"te he observado sin remordimiento
y he descubierto que la cúspide suicida es la que mata

al vulnerable castrado de ojos encendidos",
día a día mientras escupe hacia el cielo
recordando una mórbida salida
que reluce desde la picota fornicadora
como un cepo aliviado por el sermón adecuado
donde tiemblan los arrabales del letal desenlace
por esconder la verdad de todos los eternos culpables

Tu y yo en medio del calvario
cortando el juego de la injusticia
junto con la mancha que castiga
al no poder borrarse de la piel,
tal como aquella letra escarlata
que quemó el pecho de una viuda beata
con una furia ensordecedora desde adentro,
yerra que hostigas por la espalda
te levantas pacífica
como un ejemplificador castigo de inerte vergüenza,
un muestrario diluido entre verdugas siluetas
que enjuician a la impía dama que reclama por amor,
pesquisa, no puedes disimular la injuria diaria
porque muestras el falso rostro encubridor
por el que pagas tributo
cada día, cada noche,
antes de agradecer de rodillas al amuleto opresor

¡Oh dolor, oh pena!,
¿cuál ha sido el precio por todo esto?
¿de qué ha valido tener el certero conocimiento?,
reminiscencias del consuelo
máscara de ataúdes y de anhelos
aturden como la mirada de un niño desolado;
la indiferencia de la mano que un día conoció el perdón
hoy injuria desde lo alto cegada contra su creador,
persuadido hacia la monótona tensión
confundido por una dependencia moral o quizás una burda tentación
hazme saber de mi error visceral sin condición
aunque deba dormir sin poder soñar
eso ahora es una realidad

Arrendado por unos cuantos pesos
me he salvado de los sufrimientos
de aquellos influenciables y pobres mortales
que prosperan envueltos en tenues capas de muerte,
mientras nos espera con carcajadas secas
el infierno que azota e incendia
desde las plegarias del desdichado artista
que burlándose entre llantos dosificados
ha olvidado como herir a quien ha amado,
imposible, pero es un riesgo que deseas correr
por todas esas tardes descubiertas
por todas esas veces rechazadas
por todas esas horas de diluvio
por todos esos consejos ignorados
por todas esas cóleras encarnadas,
llévenme hacia el destierro desértico del tamarugal solar
donde los ángeles lloran junto al rosedal
mientras destellan e implosionan
en ceremonias majestuosas de caóticas armonías
todos esos mártires libres de apologías bisiestas