Clamor sin fisuras

Si nace el clamor
ha de ser de admiración divina.
Pués no es suburbio de espina,
si nace desde el amor.
Se impregna de verdad brillante.
¡Yermo queda el egoísmo!
Como paisaje en seísmo,
la voluntad no quebranta es dura como diamante.
Se visten de holgada humanidad.
Y versan en continua ayuda.

Espirales que no tienen duda.
¡Sutil grandeza en generosidad!

Hijos de corazón sin quebrantos.
Llamados a voluntad eterna.
Donde el espíritu gobierna,
las clemencias y no hay llantos.
E. Escribano