CELEBRACIÓN
Sobre la piel quedaron, indelebles, las marcas oníricas: el fondo oscuro de mi vientre palpita, un vacío que necesita llenarse de ti.
Cierro los ojos, dejándome llevar por el vértigo que tu boca puso en mi mente, el inusitado temblor del cuerpo, esta marea inconcebible: me sorprendió despertar entonces, cuando el arco de la vida se abría para recibirte.
Ahora, permanezco en silencio, inquieta y profunda la garganta que te reclama, evocando tu mirada y la mía, la ternura entorpecida de tus dedos, la angustiosa necesidad de abrirnos espacios para los besos: inquieta y profunda en el evanescente recuerdo, celebro aquellos que inician su propio ritual en una habitación cualquiera y las manos que exploran, el sudor esencial de su piel, su encuentro.
Celebro, negada al desahogo, en silencio el llanto, los amantes de esta hora...
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