Canto a mi patria

2013 Nov 28
Poema Escrito por
Yan

Oscuras nubes de porcelana;
hablilla de arcilla y lágrimas;
redondeces de aves trepadoras en el horizonte;
amanecer dulce de quien siembra sueños.
En las playas solitarias donde nacen los palmares
abrazados por el imperio de un sol que derrite espumas,
cantan las lavanderas al ritmo de su piel calcina.
Y en los caminos sin bruma, el viento pregonero
despeina las hojas de los matapalos dormidos;
las orquídeas y los claveles entumecidos de rocío

besan la tierra con música de pétalos.
Y la alegría no da tregua a los sinsabores de las penas;
el hombre ara la tierra con el sudor que resbala
de su esperanza campestre.
Paren luces de las tinieblas haciendo vacilar
las sombras que mudas quedan ante la adusta luna
que blanquea el cielo, mientras se escucha el grito
de una mulata parturienta y llega otra vida al alba.
¡Qué silencio rueda por las calles de Caracas,
Mérida o Cumaná!
Será que los muertos no tienen patria porque
se la fusilaron antes de teñir las campanas;
quedan sus voces ahogadas en equívocos reclamos
con la fe de haber encontrado un lugar donde puedan llevar su bandera.
Allá en Maracaibo dicen que existieron bardos de la talla
de María Calcaño, Udón Pérez y José Ramón Yépez;
prefiero arrimarme a sus plumas a ver si mañana
logro ser poetisa con soles como aquellos vates que supieron
mirar sus adentros con estrofas geniales y amores por sus lares.
Trémulas callan las garzas cuando la tarde desmaya en los fogones
y los niños buscan el pan que aún no llega de la mano frágil que trabaja
sin descanso para alimentar lo próximo.
Los forasteros dejan su pasado colgado en los noctámbulos recuerdos,
tornan rezando porque no llueva, haciendo su destino
de llanto, luego invocan no ser recibidos en el cielo de los desencantos.
Sobre las lenguas del viento crecen los miedos y los rayos que curvan
el firmamento remecen los anhelos de aquellos que creen tener
la patria en sus venas, carcomidas por las mentiras.
En los antiguos campos petroleros las aves cantan
con sus alas izadas y guardan en sus plumas los años de una supuesta democracia.
En boga anda el rojo de la sangre, la que se derrama entre los brazos
de la madre que pierde al hijo sin antes nombrarle.
¿Dónde está la fortuna de los que aman las libertades;
aquella por la que Miranda, Páez y Bolívar se desgarraron sus rodillas?
Al mirar la lejanía una semblanza de cañones y lanzas se dibuja en lontananza
y me siento inmigrante entre las arenas que han visto mis raíces.
Tétrica aurora le espera bajo la franja de la inocencia a una Venezuela
que solo ayer fue un crisol en América.

2013 Nov 28

Yan
Desde 2013 Oct 12

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