Aquí nace una poesía

Signos y palabras confiscan mis sentidos,
un café amargo me recuerda los rechazos de la infancia,
aborrecidos momentos que he compuesto en mi mejor canción.
La calle me susurra que es la hora de andar
La acera está abarrotada de agotados servidores de la nueva era
Un perro sacude sobre mis zapatos recién lustrados las secuelas de su defección
El murmullo de una ciudad insomne orienta mi motricidad
Un hedor repugnante vivencia un festín de veteranos perdidos en sus memorias
Los pasos de un niño no distingue su inocencia de la prisa de los adultos
Sobres y carteras revolotean en el aire,

mirar hacia arriba inunda mis pupilas de atormentadas nubes,
las casas encumbran su ego y caen sobre mí.
Cerca hay una mujer que llora
nadie escapa de ser observado
cuando una lágrima entona un inevitable blues
Un poeta camina entre estas calles
miro a su alrededor y enfrente suyo,
recoge del piso una cajetilla de cigarro vacía,
sea bienaventurado su destino
al convertirse en sonstén de una ocurrencia,
el mundo revive en una sola palabra
y se transforma con la tinta de una pluma