Ya nadie cuenta cuentos


"La línea siempre fue mi enemiga. Divisoria,
portadora de trincheras
para proteger un "no sé qué"
el cual debió ser protegido
por otro que anduviera en mi lugar
en cualquier otro tiempo.
Los templos no se cuidan solos,
me dijo.
Los templos no se construyen solos,
me dijo.
debimos levantarlo mucho antes
de encarnar en carne
y ser sangre que se derrama.
Ahí no viven los egos,
aunque les gustaría a ellos,
mucho, ser partícipes
y merecedores de la conquista
de semejante tesoro.
No supieron cómo hacerlo
y se pintaron de gigantes, titanes, demonios,
acaso para engendrar alguna clase
de miedo a los cuidadores como yo.
Ahora, sabes qué pasa,
(aunque nada demasiado grave),
esas estructuras hechas de energía oscura inmensa, inalterable,
aunque nada les sucede y sean intocables casi imperceptibles,
esos malditos y bastardos gigantes lograron por los siglos de los siglos que nadie, o más bien casi nadie,
crea en su imperio,
ni lo encuentre,
ni lo proteja,
ni lo perciba,
ni sea el amo y señor que es
de su propia indestructible
ciudad dorada.
A mí me llegaron cuentos
para aliviar el alma,
que sufre encerrada,
y esto es cosa de todos,
que son lo mismo.
Y ahí, a veces,
he visto cómo se crean
ciudades en las relaciones interpersonales,
donde hay puentes
hacia otras dimensiones
y se entienden todos sin coraza,
casi sin verbo.
Me gustaría que recordaran
que no son soldados,
si no reyes,
pero como también se dice por ahí,
jamás nadie podrá
interrumpir un proceso."
'Es que ya nadie cuenta cuentos compadre...'
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