Universos.
¿Sabes a dónde van las palabras que no se dijeron?
¿A dónde va lo que quieres hacer y no haces?
¿Lo que quieres decir pero no dices?
Antes pensaba que todo eso se va al olvido.
Y qué delicia pensar en eso.
Pensar que todo muere por no ver la luz del día.
Como muere el sol de un día que no se aprovecha.
Pero hoy entiendo que nada de eso muere; nos mata.
Provoca insomnio.
Provoca ansiedad.
Provoca frustración.
Depresión.
Decepción.
Resignación.
Y es que como la flor que muere por exceso de agua.
Nosotros morimos por exceso de alma.
Por exceso de mente.
Por exceso de silencio y por exceso de pensamiento.
Hoy te invito,
a dejar ir,
a soltar,
a renovar y liberar.
Como el canario que canta libre en las mañanas húmedas de primavera.
O la montaña que no le importa si el día solea o es gris.
En un rinconcito de la luna,
por si no quieres que nadie escuche.
En un espacio en el propio espacio. Dónde no haya nada más que nuestra propia existencia y conciencia.
Consientes de lo inconsciente.
Dejando morir por fuera aquello que nos mata por dentro.
Y es que hoy vamos contra Sabines:
Hoy no muero.
Hoy no mueres.
Hoy no morimos.
Hablemos por las estrellas.
Contemos un secreto a la Luna.
Digamos aquello que sentimos a una estrella fugaz.
Expliquemos a Saturno lo que un anillo significa para nosotros.
O quizá a Júpiter sobre la tormenta que atravesamos.
O a lo mejor platicamos con Venus sobre el calor de las miradas.
Hablemos sobre nuestro universo desde nuestro universo.
Hablemos de lo finito que puede ser lo infinito.
Hoy somos cuerpos celestes conectados por la inmensidad de nuestra emoción.
Hoy somos aquello que alguien observa desde su telescopio expectante de lo que podamos hacer.
Hoy somos descubrimiento.
Hoy somos colonización.
Hoy somos admiración.
Hoy somos constelación.
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