Una ciudad de grandes edificios

Él está en una ciudad de grandes edificios, ahí, donde la fiesta no termina, donde hay variedad de colores y de tantas otras cosas. Está metido en un vaivén de adrenalina, en un ajetreo constante de estímulos. Mientras tanto yo, atrapada aquí donde se puede ver el cielo, donde las mismas caras que ves en la esquina, las ves también en la siguiente.

¿Pensará en mi cuando la luz se esconde? Yo lo veo en cada rostro que se cruza tediosamente en mi camino, su sonrisa viene a mis labios cada vez que suspiro.

Y allá está él, riendo en el pecho de alguna chica original, de esas que le gritan que no se van a enamorar. ¿Eso es lo que a ti te gusta cierto? Ojalá haber podido ocultar lo que siento y que me creyera cuando le dije que no necesitaba más que su piel. ¡Qué mentira! Seguro sabe la verdad, seguro sabe que no lo puedo olvidar.

Tan lejos que está, que haría lo que fuera por traerlo de vuelta, pero paso que doy, paso que se aleja.

¿Y si voy de puntitas hasta su puerta? Quizás me encontraría con aros en su velador, con olor a perfume entre sus sábanas o peor aún, con sus ojos brillando con algo que nunca creí llegar a encontrar.

E

spero jamás enterarme de su felicidad, ojalá jamás enterarme de la verdad. Que está enamorado de alguien más.