Un Ave. Un Mirlo

En cierto vergel, con mil aves blancas;
existía un ave, triste y de alas rotas.
A cada avecilla él le admiraba
sonidos, gorjeos y cada canto.

Más su desaliento, nada le sanaba;
su canto sombrío se oía en alborada.
Le cobijaban extensos silencios
Ni avecillas, de alas blancas daban aliento;
o, lograban sanar sus alas dañadas.

E

n fresca mañana, en rama muy alta,
se escuchó un canto, ese sonido le llegó
al alma, el sublime canto que de aquel
vergel surgió, no era su casa.

Desde aquella rama, un Mirlo miraba
aquel ave hermosa, con las alas rotas.
Y, este, a su vez olvidó, que sus alas
las tenía dañadas.

El Mirlo bajó de la alta rama
desde ese instante se quedó extasiada.
Más logró decirle; soy Mirlo
me encuentro extraviada.

Frenesí instantáneo para esas dos aves,
el tiempo paró, sólo se sintió
un latir, de dos corazones.
Más la realidad, tiene memoria.

Él, recordó que padecía de las alas
rotas, Mirlo, sabía que por más
que volará; su ruta era,
en altas riveras y corriente rápida.

Al Mirlo le espera innegable nido,
El ave sabía, que sus alas
rotas no le llevaría a ningún otro lecho.
Sin más que decir, cerró, sus alas quebradas.

Dejo que aquel Mirlo que amó sin medida,
tomará su vuelo; que de él se alejará.
Él, se abrazó al silencio,
el Mirlo a su vez, olvidó que cantaba...