A TRAVÉS DE LOS HUESOS

Ven, acércate una vez más, pero esta vez no temas por el desenlace de la historia o por aquel final que no esperabas y espontáneamente surgió.

Ven y acércate, permíteme reconstruir la historia que la piel cuenta en silencio, donde tus manos suben lentamente por el torso y embadurnan en la espalda las historias que susurrabas en mi oído en las noches donde parecíamos un solo mundo en un cuerpo vacío

Ven y acércate, vuelve a juntar los trozos que dejaste en la habitación aquella noche donde juraste partir sin costa alguna,
júntame como si fuesen piezas del rompecabezas que tanto temes armar y sabes que incompleto yace en una roca a la espera de ser amado de nuevo.

Ven y acércate, regresa a esos momentos donde la respiración se agitaba con tanta fuerza que temíamos hundirnos en el viento que ya no corría y volar así en los recuerdos que nuestras mentes cómplices encarnaban mientras reían a gritos inundando el vacío del corazón.

Ven y acércate una vez más, para admirar con desesperación los túneles que ocultan tu ser con frialdad, donde pueda entrar sin sentir miedo alguno y construir una fogata que caliente un poco el rostro e ilumina esos ojos ahumados que atemorizan lo incansable.

Solo ven una última vez, para ser consciente de lo amargo que me hierve la piel con cada sensación de esos labios que hacen viajar con diminutos roces una pequeña niña sedienta de sueños.

Ser consciente del dolor que produce respirar cada vez que tu presencia no está para llenarme los pulmones de diminutas flores de colores que llenan de olores el cuerpo. Ser consciente por última vez, que tu amor me destruye en soplo, me reinventa en un pestañeo y me hace crecer cuando no estás.

Ven para ya no estar y dar paso a un nuevo aliento, que construya con un martillo de esperanzas un corazón hecho trizas y lo junte todo con una pizca de sonrisas para alumbrar los colores que allí avivan, un aliento que cuesta, que es puro, que es propio.