TRAS LAS MONTAÑAS

Desde un mirador veo las montañas,
enormes murallas de granito,
que encierran la ciudad de Quito.
Las nubes juguetean en sus cumbres
y en el atardecer la bruma las arropa.
La ciudad se duerme plácida
en la sima de onduladas planicies.
En las cumbres algodonadas
el sol, esconde su fulgor
para seguir su camino de luz.

Más allá de las montañas,
en el declive de sus faldas
la vegetación se viste de gala
en su espesura verde esmeralda,
el aire se humedece y se calienta.
A lo lejos entre cielo y tierra,
entre cielo y mar,
se pierde la mirada en un sólo azul.
Dejaré las montañas de ensueño
para ver el Mar Pacífico que añoro,
donde mis raíces son voces que llaman
al recuerdo feliz de mi infancia,
aquella que aún vive en las playas
mojadas de mar, oliendo a salitre,
de música alegre y gente sencilla,
¡Parece que respiro,........
otra vez su brisa¡

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30/03/2017