TIC-TAC TIC-TAC
TIC–TAC TIC-TAC
El reloj no calla jamás,
ella quiere sus agujas
incrustar en la pared
y luego destrozarlo a martillazos
para hacerlo entender
que debe ser menos cruel,
maldito reloj que el tiempo
jamás ha de detener,
impávido ante la flor del jazmín
que lo quiso conquistar para tan siquiera
un efímero momento poder capturar,
y así un instante alimentar la ilusión
de que no habrá de marchitarse jamás
Ella ha perfumado la casa de incienso,
quiere hechizarlo todo,
para capturar cada momento,
prepara la cena vegana,
desde hace tiempo vegana,
y para siempre vegana,
en mi casa no hay olor a muerte,
se deleita orgullosa,
mientras la sal y el vinagre
aderezan la ensalada
El cielo no brilla,
plomizo y cargado
anuncia lluvia,
y esa sensación de magnetismo en el aire
le eriza deliciosamente cada poro de la piel
mientras coloca lirios en un florero
que ubicará justo a quince
centímetros de a quien verá
por última vez
Su amor aceptó el encuentro propuesto
pero ella sabe que será un hasta siempre
disfrazado de comienzo
La ilusión le alborota la mirada
le cosquillea todo el cuerpo
mientras divaga su mente
danzando entre nubes de algodón,
reviviendo esa sensación
que ya casi no recordaba
Después de tantos años
esa noche mágica
la llevará a volar por las estrellas
más centelleantes del firmamento
Observa su reflejo en el espejo
mientras cepilla su pelo,
la casa está quieta,
hay demasiado silencio,
y el silencio siempre
la hace tiritar de miedo,
afuera parece que realmente
se detuvo el tiempo
Y él no llega… él no llega…
tic tac.. no llega… tic tac.. no llega
Mira el reloj que no se queda quieto,
Maldito su engranaje sin sentimientos
Pasaron los minutos
incrustándose sus garras
como dagas en el cuerpo,
se quedó sin aliento
mientras su piel se despellejaba
al paso de las horas malditas
que sin consuelo
allí tan infinitamente sola
la envolvían en lamentos
Un sollozo agudo, disonante,
primero contenido
y luego esparcido al Universo entero,
nubló de profunda amargura
los contornos de todos los cielos
y las profundidades heladas de los océanos
La casa seguía oliendo a incienso,
todos los lirios aguardaban expectantes
aquel mágico momento,
la lluvia desatada con furia confundía
su llanto desgarrador con el rugir
furioso de la tormenta enajenada
De pronto su reloj se detuvo
entre cada maldito detalle
de porcelana
y ensaladas veganas,
entre velas que nunca se apagaban,
entre manteles y sábanas
que jamás se ajaban
El destino cínico
se reía en su cara
y sus lágrimas no cesaban
Era verdad…
se había detenido el tiempo
cuando desesperadamente
quería que todo aquel
dolor se esfumara
Maldito el tic tac del reloj que en medio de aquella pena se congelaba!
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