Sueño, "Un Amor En Otro Tiempo" (A mi primer amor)- 3

Nunca he sido realmente de creer en el destino, los astros o las peculiaridades lejos de nuestro alcance a la explicación, pero... me llena de calidez y felicidad un sueño. Creo que te reirías de mí si te contara la ironía de pensarlo como un salvavidas para mi joven yo de 13, aquella niña que jamás pudo vivir ese amor sincero y juvenil que ahora es eterno en el baúl de recuerdos añejados, en un barril de compasión y sueños de amor. Nunca será real, lo tengo entendido, y puedo vivir con ello. Pero luego de tantos cómics y series tailandesas, me inclino y deseo creer que en otra vida, en otro universo, pude darte lo que siempre he querido: el amor más sincero, desde el fondo de mi ser, mi corazón envuelto en una cinta de plata, un beso en tu muñeca, palabras de amor, tu mano encajando en la mía, y nada más que bellas melodías.

Siempre soñé tomar tu mano, besarla y, siendo egoísta, que me correspondieras. Ese sueño ejemplificó ello. Tú, mi amor de la juventud, mi mayor amor en el mundo, el fuego fatuo de mi ilusión hecho persona a mis 13 años, siendo la que correspondía mis anhelos y amores, cumpliendo el más grande anhelo de mi ser de 23: tomar tu mano, ver tus ojos de esmeralda y besarte el dorso, tu palma mostrando con ello todo lo que siempre quise decirte pero jamás tuve el coraje de hacerlo, hecho un acto o acción: te amo y soy devota a ti.

Soñé tener 13 de nuevo, como el inverso de aquella película romántica de Deseo tener 30. En ella, era mi yo joven de nuevo, pero deseo pensar que en esa otra vida, en una línea temporal distinta, fui valiente y tomé tu mano, juntas latiendo en la misma sintonía y amor. Éramos pareja, y tus sentimientos románticos correspondían a los míos. Era una realidad en esa vida, en esa dimensión. Dos chicas de 13 amándose.

Egoísta de mi parte pensarlo, ya que nunca has sentido nada por mí, pero soñar no cuesta. Y en este sueño hecho realidad, en otra vida, como quiero creer que lo fue, tú me querías a mí. Caminábamos juntas, escuchaba la melodía de tu risa, veía la forma en que sonreías, y bien yo era siempre torpe y tímida como en mis 13, a pesar de ello, era valiente y única. Veía tus preciosos ojos esmeralda y te decía: "amor". Amor, palabras que en esta vida, en esta línea y realidad, se tiñen de pecado, y que tienen dos significados yuxtapuestos a la vez, significados que aún me cuesta decir.

En esa vida, la palabra amor fluía de mi boca de manera natural, sin ser forzada ni tímida como lo es en esta realidad. Como la miel en mis labios, se sentía bien y dulce. Todo bajo el filtro de un día normal, nada especial, un día escolar juntas, pero no como nada que hayamos vivido, porque éramos amantes. Era un amor simple, casi soso, como el que uno tiene en la juventud, con inseguridades y líos adolescentes, como cualquier serie de Disney, pero con la diferencia de que de mis labios salían sonetos que en esa edad solo veía en los libros o que vanamente repetía a los chicos con quienes salía.

T

e llamaría mi diosa, mi Afrodita, mi adoración, solo para verte sonreír y sonrojarte. Siempre tan hermosa, como la brisa de verano. Me sentiría orgullosa de ello, a pesar de que esa edad no tuviera la seguridad que solo los años dan. Tal vez no decía las palabras rimbombantes y gallardas que empleo ahora, pero de igual forma teñidas en la misma loca forma de amarte. Con 13 años, articulaba con la fuerza de mil soles mis sentimientos, al besar tu mano, pese a mi tartamudeo por los nervios al decirte cosas que solo podían salir de mi corazón inocente y juvenil, devoto a ti.

Suena patético, lo sé, si lo ves con los ojos de adulta, como una sombra lejana de un amor juvenil, tan propio de los libros. Pero déjame decirte que para la joven de 13 años de esta realidad, ansiosa, que preocupaba a todos con su rebeldía, sacando malas calificaciones solo para llamar tu atención, al intentar ser como el chico malo de un libro que te hacía sonrojar, no era patético. Siempre quise ser él y hacerte sentir así. Por eso, en otro mundo, en otra dimensión, quizás te tomaría de la mano y besaría tu muñeca, y con eso me sentiría feliz.

Han pasado tantos años, y te escribo para, si algún día te encuentro, poder decirte lo que siempre quise, aunque no podía ni aceptarlo conmigo misma: que te amaba. Me siento desolada por haberte molestado tanto, lo siento. Éramos jóvenes, y yo te lastimé. Ojalá hubiera sabido y me hubiera alejado más de ti, o te hubiera confesado el rugir de mi corazón, para que pudieras entender por qué era tan extraña.

Porque en mi muñeca, aún queda el eco de tu beso

un reloj que marca la hora de otra vida

VGB