SOMBRA INTERCAMBIABLE
¿Ves?
Las mismas olas que te empujan
con violencia
tu cuerpo delicado,
desgarrando tus ojos
impávidos y frágiles,
son las que ayer te bañaban
de pétalos marinos
y de nata y azul y transparencia.
L
y te subyuga,
mañana te salva y resucita.
¿No ves que un adjetivo
es sólo una etiqueta,
una sombra intercambiable,
un lado que se oculta
de otro lado?
Los ojos que humillaban,
ayer, son hoy los que te nombran
y te ascienden del más
profundo de los pozos.
No creo en la maldad
de tus ojos y palabras
cuando cortan la piel
que me protege. Soy un ingenuo,
dirás, pero te he visto
regalarle tu luz
clara a la luna.
No creo ni que sepas
como eres,
por más que así te hayan definido,
pues nunca son los mismos
labios perfilados por el tiempo
quien te nombran.
¿No ves que nunca son
los mismos ojos quien te miran,
-o mejor- quien ven acaso sólo
una sola parte reflejada
en un momento, en una efímera
presencia?
Puede que esta voz,
sumisa y diplomática,
no sea más que un traje
apenas desteñido:
una dócil moral acobardada,
una excusa indolente para amarte.
Pero quiero que veas, acaso
en el preciso
lugar que no me entiendas,
al otro personaje
que es quien narra y narrado al mismo tiempo,
quien mira lo que en ti
nadie ha mirado
y aún no has descubierto.
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