Seis poemas surrealistas
-almanaques
viene la muerte dormida en el seno de mis huesos.
alguien canta por el charco sangriento de mis venas.
arrullo de piedras en el santuario apócrifo.
zarzal de golosinas en balbuceante aroma.
senda mortal menea la coyuntura fláccida.
morbosa pirotecnia de ojos envilecidos.
fricción de lencería en el pulsar del hombro.
uvas negras diluidas en frascos ambiéntales
venid al mundo estrecho por el grito del ogro.
fantasía deleitable con altitudes frías.
almanaques burlescos entre la letra pragmática.
meses anfibios en la manta de nubes.
trabalenguas numéricos esbozan nuestro ritmo.
el sol esta dolido. el muro se ajetrea.
por la senda de olivo los altos cielos tiemblan.
parabrisas estípticos. concesiones atlánticas.
lenguajes vituperan el circulo cuadrado.el pómulo redondo.
el paisaje dolido.y en los ojos el amplio diccionario se posa.
-vacío
Tu mano me sopló.... adiós terrible.
Océanos en el cuerpo.
Multitud de sollozos en la carne.
Triste orfandad del alma.
Montículos de sombras deslazadas.
Perpetuo decender... vacío terrible.
Secuelas de dolor. Noches molidas.
Y en mi piel sus palabras,
deslucidas y secas
como mi corazón.
-lejos
tu voz ha venido a mi reloj de sueños.
tu piel a despertado las lámparas de sangre.
estoy ardiendo en agua por el intenso frío.
lejos, muy lejos del olvido.
hasta mi azul de nubes tu fomento de auroras,
deslizadas en lenguas amarradas al beso.
lejos, muy lejos de mis lagrimas.
-no pude
va por el mar su cuerpo, dilatando espejismos adorados.
sus movimientos tienen la soledad del aire.
su frescura el intacto respiro de la vida.
y tras de mi la muerte girando como loca,
atando mis palabras con sus piedras de sombra.
no pude aprisionar su huellas en mi boca,
y evadiendo mis manos se irguió como una torre,
hasta volverse alegre mariposa nocturna.
-Semiramis
y todo es voltereta,
Semiaramis torcida bajo el pico del Tigris,
donde moran los Egipcianos.
el desierto del Sahara refresca la medula de los océanos.
siento su taquicardia, respirando el vocablo de los muertos en el desierto.
ellos trajeron sus espadas, y las tiraron al mar muerto.
sus cabellos eran verdes y sus caballos terrestres como el andar del ciego.
encuéntralos en el mar, sacudiendo los baños africanos.
maquinaria de perlas en cada bognoriano hijo de la tristeza.
esta calle de perros es la misma que bulle en la memoria.
tus huellas han llegado sacudiendo el mármol de mis ojos.
-ensoñación
la tarde vocifera las cruces par lotinas y los faroles trazan mi corazón de lagrimas
recuerda mi dulzura escalando los astros hasta empinar la luna bajo tus ojos largos
tu blanca voz se agita amurallando sueños
es el fuego de sombras perpetuando los gritos de un crisolado beso
enjuague de azucena baldosas
románticas crisantemos fluviales
en un vaso traspasado y cautivo
german g
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