Quieta


Cuando la noche arrecia como viento huracanado, y me aprieta el pecho con todas sus fuerzas;
Y me lleva la vividez de mi vida onírica, tu abrazo es mi techo, mi calor, mi aliento…
Cuando gritan escalofriantes las voces de mi cabeza, congelando mis huesos, mis tripas y mi ser; cuando mis interiores se retuercen sin piedad, eres tú mi angel, mi capullito, mi bálsamo…
Y por eso mi niño, mi riqueza sin metales, me devuelves a la vida como plumas de quetzales al batir las alas… Mi guardián que vigila un corazón de cristal… No te vayas nunca de mi lado…
Tú más que nadie me conoces vulnerable, y justo ahora, con el pecho abierto, lo estaré más que nunca… pero no me rendiré, yo creo en mí, en tí, y en nosotros; y quieta… no me voy a quedar.
Tú mi león, y yo la guerrera que lucha a tu lado a antorcha viva, sea como sea, pase lo que pase.
T
Quédate conmigo, mi capullo, mi hogar… mi caparazoncito.

Conoce más del autor de "Quieta"