PRELIMINARES

Llega.
Deja su bolso donde suele dejarlo.
Recoge su pelo.
Se queja de todo;
salario miserable,
un día más, un día menos,
el olor a muerto en el aire.
Mira al rededor,
me ofrece café,
sabe donde está

y como me gusta;
dos de azúcar,
medio tibio,
sin granos en el fondo.
Bebo, sorbos continuos,
ella me observa,
no hay nada que haga mejor.
Repasa su lápiz labial,
su labios se ensanchan,
se esconden bajos sus dientes,
luego explotan ante mi mirada,
vuelve a quejarse del trabajo,
de su marido,
de ese ruido que hace la calefacción.
Se sienta en la orilla,
el borde de la cama,
lista para caer al foso
Se ofrece,
deja su cuerpo listo para la estocada,
para la batalla,
entonces su cuerpo es mío,
porque ella me lo ofrece
La tomo del cuello,
me riego por sus hombros,
su escote,
sus caderas profundas.
Entonces me besa,
porque yo la beso,
y así, poco a poco,
sin sorpresas
y con una costumbre rígida,
empezamos a caer en eso que llaman amor
aunque al amor no se parezca nada.