Postergada

Deseada, pero no esperada.
Amada, pero no priorizada.
Jamás en el tope de la lista,
pero nunca olvidada.
A veces cuestiono mi interés,
otras cuestiono mi amor.
¿Será que lloré porque bailó con otra?
El que me besó dos veces y me habló otras tres.
¿Sufrí porque él quiso salir con alguien más?
Aquel que solo me mandó dos mensajes,

uno indecente y el otro vulgar.
¿Será que me dolió más que me dejara amándome? ¿O que me dejara porque nunca me amó?
A veces no sé si sufro de un narcisismo enfermizo o solo tengo un miedo profundo al rechazo.
Al abandono.
A no ser la prioridad.
¿Será algo típico de un hijo único?
De aquella niña celosa que nunca quiso hermanos.
Porque si algo he de confesar, es que más allá del alcohol y la música, lo que más me gustaba de salir a bailar, era sentir cómo me miraban. Para disfrutar cómo me elegían a mí.
Ahora es diferente, las reglas cambiaron. Los hombres ya no buscan, prefieren bailar solos.
Y sí, hasta salir de fiesta me parece aburrido ahora.