Poemas cortos
Poemas simples y cortos
I
Mientras me peino sueño con mi pelo.
Ya no admiró su color.
Y mis ojos se tiñen de nubes como un día sin sol.
Los tonos se han evaporado
y voy sumando letras para mi cuaderno.
Amor mío, yo voy desembarcando lentamente.
Ya estoy pisando un cielo de otro cielo,
imagina que estoy imaginando.
I
Hablo con la ilusa pena. Y pienso en los corderos
sin pastor. Y mi alma reúne la oración de la cruz.
No va perdido el cuerpo, y el polvo resucita.
Y los hombres son ángeles y cantan,
junto a los hombres fieles de Moisés.
III
Tus ojos van en mi. Son parte de mi alma.
Y vas temblando en dolorosa sangre
junto a mi corazón que amó tu voz.
Pequeñísima flor, grande fue tu perfume;
yo respiré tu cuerpo y me quedé
clavado, en el instante sustancioso
de tu gracia fecunda y juvenil.
IV
Los instantes desgranan su color.
Yo viví cabizbajo en el dolor.
Quise tener su amor y nunca pude.
Hoy lejano de ti, y ensombrecido
cual símbolo en el tiempo enmohecido
a perdido su loable resplandor.
Todo pasó y, quedé tan silencioso,
cual húmedo caer de un día lluvioso
sin relámpagos y sin emoción.
V
Mis ojos atraparon tu mirar.
Era aquella ilusión mística esencia.
Tu presencia hacia brincar mi corazón.
Éramos dos espíritus disfrazando ilusiones.
Tejíamos con besos el horario
de los días que amados inventamos.
Y el adiós, ese amargo sabor... ¿De dónde vino?
VI
Vine de lejos, muy cerca de una huerta junto al río.
Allá tenía mi casa, y un pequeño jardín, y un árbol grande.
Un cerro se alargaba ante mis ojos,
y las voces amadas coloreaban el aire.
Hoy tengo junto a mi una sombra grande,
multiplicando adioses y palabras,
para qué yo no sienta entre mis ojos
las ilusiones nuevas que la vida traza.
VII
Pasa y deja tu escalofriante voz.
Tétrico boceto de una noche descarnada.
Ante la atroz ventisca de un invierno duro,
silba el viento con murmuro pavoroso
y el ramaje cruje con helado ritmo.
Es enero el que posesa las cosas,
el que hiere la luz pequeña y tibia
de los seres acogidos al angosto
calor de las humildes chozas.
VIII
No tiene fin la luz
el cielo asombra un poco
Y en una sombra larga
se divisan tus ojos
pegados al umbrío sueño de los trigales
Cae la voz del tiempo
sobre todas las cosas
y un montón de aleteos vagan por los espacios
que nacen del olvido
Hay un recuerdo triste
fluyendo en el silencio
entonces me doy cuenta que todo lo imagino
IX
Gris aroma va pasando
por el hoyo delgado de la vida
y tu cara se torna delicada
como un jardín de rosas
flotando en mis pupilas
Siento un olor de letras
recorriendo mi espíritu
y en ellas va tu nombre
alegremente dulce
X
No debí haber huido de tus brazos celestes
porque tu eras el jugo de la vida
Se me volvió sencilla la mirada
y el corazón se puso melancólico
y comenzó a cantarte con tristeza
al ritmo de los pájaros nocturnos
que dolidos están en las penumbras
Después miré el amor volcado en humo
y luego me quedé sin luz ni cielo
viviendo bajo un velo oscurecido
con los ánimos rotos
y el color del recuerdo diluido
en el rostro mortuorio del olvido
XI
Se han llevado mi luna
nubes negras hurtaron su belleza
Ninguna noche brilla como aquella
ninguna noche guarda su esplendor
La oscuridad arriba es tenebrosa
abajo es dolorosa la inquietud
Y tu que pensaras mientras yo miro
la noche desgajada
por la ausencia del resplandor de amor
XII
Retiré mi pensamiento de tu piel
y rodando me fui por otra senda
evitando en imágenes tu voz
para no compungirme con deseo
El amor se ha escondido
de mis labios serenos
y he quedado en el tiempo
cono un símbolo extraño
rebotando en eco del silencio
que genera la soledad sin besos
XIII
Andale amor
Ven observa la miel blanca y helada
cayendo dulcemente sobre el pasto
Mira con que alegría van cayendo
de los altos montículos de nube
Esta miel blanca y congelada
me hace recordar aquella infancia
que llegara y volara para siempre
XIV
Fantasmal figura va quedando
Entre las calles largas y blanqueadas
Formando pasadizos fantasiosos
Entre humaradas altas y sombrías
Que surgen de las casas apiñadas
Vestidas todas con sus blancos mantos
Como sí en Dios pensaran y en su gracia
Santificara todas las viviendas
Para qué el mundo fuera más feliz
Sin esa oscura mancha del pecado
XV
Pedazos blancos gotas congeladas
lágrimas invernales sobre el aire
con un emblanquecido tono helado
van atrayendo todo a su paisaje
Un esplendor divino espiritual
dijese en paz mi espíritu adulado
al contemplar el magistral color
de un paraíso blanco pero helado
Asombra su inocencia pura y suave
y en la imagen mental colora el sueño
que saborea lento el corazón
XVI
surge la melodía de los astros opacos
Ha pasado la quinta sinfonía
El agua cadavérica gotea
blanca osamenta de nieve
Y en lluvia torrencial el hombre muere
cerca de la escritura de las cuevas
Un helado y blanquezco resplandor
ha caído encimado en la hojarasca
Y el dolor de los árboles se escurre entre la soledad
de un invierno cadavérico y triste
Copos multiplicados vienen del alto cielo
atareando los ojos complacidos en los advenimientos
Todo existe bajo el espeso manto
de un espejismo abstracto y espontáneo
cual surgimiento leve de un movimiento ido
Germán g
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