Plenilunios (viejos escritos del tiempo en el que solía aullar)

2014 Oct 12
Poema Escrito por
Juan

I.

Hay un mar de aguas frías, arenas descalzas y corazón inquieto que le sirve de espejo a la Luna llena de hoy. Hay una Luna llena sin sonrisas ni melodías que quiebra su reflejo en miles de gotas de luz con la lluvia de lágrimas de plata que vierte sobre su espejo, el mar. Hay un hombre que, mientras observa a la Luna llena llorar desconsoladamente, aúlla una pena sin remedio y sin retorno, y se imagina sentado en las costas de un mar de aguas frías, arenas descalzas y corazón inquieto, alrededor de una hoguera de amor, cantándole a la Luna llena, vestida enteramente de blanco y con una capelina al tono, una triste pero tierna canción, y Ella le paga con su sonrisa de plata que todo lo ilumina, hasta su propia alma...

Un desfile de fantasmas de amores muertos concurre a mi encuentro en esta noche de plenilunio, lágrimas secas y flores marchitas, y la espina de un silencio con Su nombre se me clava en la garganta. Los ecos de las palabras que una tormenta de temores arrastró hacia el olvido hoy pueblan mis oídos hasta la sordera, y ya no distingo entre lo real y lo incierto, y entonces...

...una brisa fresca y nacarada proveniente de un paisaje selénico me carga en las alas de su voz de blues y dulces lamentos, y me aleja un poco de este infierno de recuerdos que sangran y un amor que naufraga constantemente y se ahoga - nuevamente - en un mar de sacrificios y de silencio, y comienzo a creer que todo es posible, incluso el amor por sobre el dolor y a través del tiempo infinito.

Voy de espaldas a la noche, de cara a un nuevo amanecer, pero antes me detengo a mirar a la Luna, esa que tanto me ha quitado y tanto me ha dado, y mis fantasmas, mi noche y mi soledad emigran con el primer despunte del Sol, asesino de la muerte de mi corazón, que sutilmente me ilumina de a poco, como lamiéndome las heridas con sus tibias lenguas de fuego siempre nuevo, y comienzo a pensar que un final no es, nada más ni nada menos, que el preludio de un principio, y que siempre tendré en mi pecho una rosa para ofrendarle a la Luna.

I

I.

Esta noche no hablaré de tus ojos de mar sagrado
y de cómo mi ilusión se mece en sus verdes olas,
cuya espuma de Venus de reflejos tornasolados
me besa cuando tu mirada me invita a pasear por sus costas.

No hablaré de tu risa de cántaro lleno, de trino de octubre
- cristal del tiempo azul en que la luz viajaba en tu pecho –
en cuya dulce música mi escéptico corazón hoy descubre
que hay soles ocultos en el castaño océano de tu cabello.

Tampoco diré nada de tu boca de panal en primavera
que alberga la dulzura de tus palabras de miel
y esconde el secreto de donde nace mi hermosa locura:
construir carreteras de besos en el país de tu piel.

Ni siquiera mencionaré a tu voz de río y de selva
en cuyas aguas retocé tantas noches como un niño mimado
y lavé las profundas heridas de viejas y vanas penas
hasta sanarme en ti y en tu bálsamo de amor dorado

Esta noche, bajo el baño de luz de esta imponente luna llena,
no hablaré de tu cuerpo ni de sus voluptuosos encantos,
sino de ti desnuda de carne y de huesos, con el alma plena
y tu esencia noble y tu corazón puro, a los cuáles amo tanto, tanto…

Eres dulce rosa del porvenir; yo, paciente jardinero que espera.

III.

Atrapado en la prisión de un tiempo sin espacio, preso del sueño blanco y la noche sin párpados, absorto en los abismos de mi ser en donde el alma y la razón se disputan a dentelladas las sobras de mi antiguo corazón, petrificado por el frío de un silencio cobarde que ha hecho nido en mi garganta y en mis manos, mas sitiado por un ejército de sentires y pensares que amenazan con abrirme el pecho en canal de no ser liberados inmediatamente para fundirse en los vientos y hacerse escuchar por las terrazas del mundo, uso mi recuerdo de ti como llave para soltar los pétalos en mi lengua y en las yemas de mis versos, que ansían con locura besar tus ojos de morena sirena herida.
Callo los gritos de mis pies y las exangües huellas caminadas hasta ti, porque no son alaridos ni quejas lo que tengo para tu alma, sino la caricia del nuevo lenguaje que he creado sólo para hablarte como siempre has querido que te hablen
Mis labios se mueven para pronunciar tu nombre, y digo: LUNA. Y los poros de la piel de mis versos se abren como girasoles al sol para absorber hasta la última gota de tu luz de rosas y poesía.
Mudo en nuevas voces, nuevos cantos y nueva y negra envergadura para acompañarte en tu vuelo de cien mil alas, y visto mis manos de soles y rocío para acariciar las flores de tu cintura cosidas a pura espina, y asumo idiosincrasia de vasija de cristal para contener tus lágrimas sagradas y que éstas no toquen el suelo que no nos pertenece, porque en vuelo de soledades nos conocimos, y somos criaturas de cielo y estrellas.
Tu mar me empuja a navegarte hasta tu horizonte, hasta la tormenta, hasta el naufragio de mi soledad en tu ternura, hasta desmembrarme, desmenuzarme en millones de suspiros de amor y asentarme en el fondo de tus aguas verdes y oscuras, y ser acariciado suavemente por ellas por siempre.
Miro hacia el cielo – tu mar estrellado y eterno – e intento nombrarte nuevamente, y digo: ILUSIÓN, y los fuegos de nuevas flores queman el pasado hasta las cenizas, que se reagrupan en carne y latidos, dándole forma a otro corazón, uno que en perfecta y armoniosa simbiosis con el tuyo se expande en ecos de nueva sangre y plenilunios de llanto contenido, y exhalo el último aliento de mariposas negras que duerme en mi pecho, liberándolo de oscuridad para darle asilo a tus pasos concluyentes en mí.
Pinto las siluetas de tus identidades de demonio y de ángel en los márgenes de mis nubes y mis bosques, y todas las gotas de la lluvia me hablan de ti y tu callado dolor que espera entre poemas tristes y ojos húmedos ser redimido de su plexo vacío.
Y no existen miradas que no pueda compartir contigo, ni epitafios tan bellos como aquellos que coronan la muerte de las noches frías y sin sentido, ni soles tan apagados que no puedan entibiar tu aliento de mujerángeldemoniodiosapaganapoesía, ni media boca, ni un silencio doblado en mil que no quiera decirte que aquí estoy, que siempre estuve, que siempre estaré para ti…
Observo mi reflejo en las aguas de tu alma – tu alma magna de estigmas y dogmas, tu “almagma” – y vuelvo a llamarte, y digo: AMOR, y el río de navajas que otrora surcara mis venas y dejara canales de angustia y desesperante dolor en las paredes de mi espíritu nómade y bohemio hoy se torna un caudal incontenible de palpitares que cantan tu nombre mágico y selénico, cuna de mis renovadas e iluminadas ganas de seguir creando caminos de luz azul y rosas rojas hacia ti, y el incienso de mis ojos arde para santificar tu oración, y un “yo” reverdecido e insurgente busca tu esencia desmitificada y pura, desnuda de miedos y alas negras, y los rayos de tu luna llena me instan a amarte por el resto de mis días de poesía, de silencios, de besos rojos, de vida…

Eres luna, ilusión, amor, y yo…yo lo quiero todo.

https://www.youtube.com/watch?v=FPbQ6weKh-k

2014 Oct 12

Juan
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