Piel y huesos

El espejo
no te devuelve
las caricias
que te debería devolver.
Mejor dicho,
te las devuelve
pero tú no la ves.
Y te consumes,
pero no consumes.
(Y eso que en este caso

el consumismo
está bien visto).
Eres princesa,
incluso sin corona.
Pero ya sabes
que en esta corte
la única que tiene
que deificarte
eres tú a ti misma,
porque tu cuerpo
es tu palacio
(el de tu alma)
y te juro que no necesita reformas
(pero sí cuidados).
Ay, mi niña,
que no sabes que eres preciosa.
Tu sonrisa delata
tu belleza
(la de tu cuerpo
y la de tu alma).
Tus tristes ojos delatan,
sin embargo,
su ceguera.
No te sigas quitando primaveras,
que aquí de lo que se trata es de crecer.
Hacia donde haga falta.
Y es que me duele
ver tu dolor,
cuando te sientes sola
incluso rodeada de gente.
Yo te acompaño, pequeña,
que mi camino está al lado
de donde pisen TUS zapatos.
Porque aunque no lo creas
hay quien pagaría
por hacer de tu acompañante
y besar el suelo
por donde pasas.
(Porque tus mejillas son tan perfectas
que les da miedo ensuciarte la cara
con sus labios
llenos de mentiras).