Perenne
Aquél niño de montaña
solía pasar por su casa;
con sus cantos de jilguero
que del pecho resonaban.
Por detrás de una ventana
cierta niña lo observaba
el niño sentía esos ojos
y su paso aminoraba.
B
a latas las arrojaba;
desgastando los minutos
hasta ver ciertos ojitos
que a la ventana asomaran.
De largo seguía el chiquillo
y su canto continuaba
al cielo dando sonrisas
a los vientos abrazaba.
La niña se fue al colegio
niña casta, educada.
El niño siguió en montañas
a sus corderos cantaba.
Bajando de la montaña,
triste seguía de largo
ya no tiraba de piedras
no había ojos en ventana.
En colegio aquella niña,
en ojos verdes soñaba
más los años transcurrían;
aún así, aquél canto de jilguero
en su alma resonaba.
El muchacho de montaña;
ahora de bata blanca
recuerda miradas claras
y aquellas pestañas largas.
Última cita de tarde
abre la puerta un paciente;
el tiempo no ha transcurrido
cuando las mirandas hablan.
"Hola" dice la muchacha
de mirada clara y amplia
"Hola" contesta el muchacho
que jamás a ella olvidara.
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