Para darle vida a una marioneta
El mañana flota a la deriva en un témpano de hielo...
¿Seré suficientemente gélido para alcanzarlo
o acaso muy cálido para navegar a su lado?
No sabía que lo que no buscaba era lo que quería
más que nada de lo que este mundo me ofrecía.
¿Qué es lo que nos trabó el acceso a esta conversación
tanto tiempo en este estado de descomposición?
�
Porque no entendía: si me quisieras, ¿por qué te irías?
Si nosotros somos solo hijos de dioses menores,
es cuestión de tiempo que sean Saturno y nos devoren.
Para darle vida a una marioneta,
solo hay que darle un poco de cuerda.
Todas tus palabras, las sentí como un kalashnikov
y me sumieron en este síndrome de Kotov.
Y mi silencio, tan barullento como un ghetto blaster,
nos contó que el destino nos agarró de Sega Master.
Para darle vida a una marioneta,
lo único que falta es que tenga una meta.
Si nosotros solo somos hijos de dioses menores,
yo no sé qué es lo que nos detiene para ser mejores.
¿Qué vas a hacer si te digo que ya no te amo?
Volveré a casa a seguir mi vida tras llorar.
¿Y qué vas a hacer si te digo que aún te amo?
Mañana, a primera hora, me voy a suicidar.
Conoce más del autor de "Para darle vida a una marioneta"