PALABRAS
No hay palabras libres,
hay palabras con cadenas.
Palabras son las que claman al cielo
la lluvia y el sol de cada día,
esperando apartase de la pesada carga,
inmensa cadena, que silenciosamente sufren
mientras recorren el camino de la vida.
No hay palabras libres,
Palabra soy y también encadenada,
atrapado por el minúsculo aliento del tiempo
bajo una rosa púrpura y musicalmente ácida,
casi tanto como los cíclicos pasos.
No hay palabras libres,
hay palabras con cadenas.
He envejecido mil años de una sola vez.
Mi candor se palpa en el ambiente,
arremete con furia el pasado inmortal
para convertirse en ruina de bondades,
en cadenas de distintos sabores y olores.
No hay palabras libres,
hay palabras con cadenas.
Hay palabras que han dejado de jugar,
palabras que hacen el amor con la pasión
de una esfera aterciopelada y volcánica
trascendiendo el hecho metafísico
del tuerto punto de vista, asesino
de todos los colores del arcoíris.
No hay palabras libres,
hay palabras con cadenas.
Hay panes de venganza
sobre las tardes nevadas y cálidas,
vejando el futuro del cometa errante,
marino tormento que ingrávido navega
desde el cieno al corazón.
No hay palabras libres,
hay palabras con cadenas.
Hay sangre derramada en las encías del mundo,
sangre corrompida en angelicales torturas,
sangre que ríe y llora como la quemada angustia
vencida por la falacia del grito animal.
No hay palabras libres,
hay palabras con cadenas.
Sumido me hallo en la sangre,
perdido en el rojo néctar marchito
por toda esponja vidente de tacto,
hundido en este espeso pantano, tan lírico
y depravado como el océano de la tristeza humana,
sin tan siquiera un atisbo de sentimiento.
No hay palabras libres,
hay palabras con cadenas.
Poseo lo que merezco de verdad,
un mar de plata circundando mi cuello,
una cadena ausente de acero suave,
devorada por latidos cantos de memoria,
que me aprieta y ahoga con el suspiro
de una llama herida, de un pétreo enigma,
de un amante beso, de un ritual macabro.
No hay palabras libres,
hay palabras con cadenas.
Ya sólo soy una inmensa cadena
con los pies atados al verbo
y todas las manos silenciadas,
imitando el sonido rítmico
de una ejecución sumaria.
No hay palabras libres,
hay palabras con cadenas,
y hay una bandera negra mortal
que pronto se volverá libélula.
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