Olvido
Todo es silencio, ausencia y olvido.
El tiempo, como buen sepulturero,
bondadoso y eficaz en su oficio,
cava diligente el sepulcro umbrío.
Donde ayer florecían los cipreses,
cuidados por las manos del destino,
hoy, azotados por el cruel azar,
dolorosos se deshojan los olivos.
V
verde, como la voz que besaba mis oídos,
se desangra la esperanza, y palidece,
desvalida, a un costado del camino.
El viento mustio arrastra la hojarasca:
Ya no canta en lo alto de los pinos.
Implacable, lastima la borrasca
la grácil hermosura de los lirios.
Anochece, y los astros, a los lejos,
desnudos, parecen tiritar de frío.
El alma se trastoca de nostalgia
y la pena aletarga los sentidos.
Yo le di la vastedad de las estrellas
en las noches de encuentros furtivos.
La amé con entrañable ternura,
acurrucando su corazón junto al mío.
Ella, a veces, también me quiso,
con su amor temeroso y fugitivo.
Sus manos desgranaban el tiempo,
y lo eterno fue un leve suspiro.
A su lado navegué siete mares,
y fui viento, y velamen, y navío.
En su boca clareaba la aurora,
y se ensanchaba la luz del estío.
La quise, delirante, la quise.
Y cómo no haberla querido...
De su cáliz libé la locura
y soñé, feliz, como un niño.
Pero el ocaso llega, inexorable...
Y es la triste hora del olvido.
La noche es un abismo interminable
porque ella ya no está conmigo.
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