Oda a la Muerte

2016 Jun 23
Poema Escrito por
Alexander Miller

¡Oh muerte!
¿por qué solo
yo hablo de ti?
te tienen miedo,
le tienen miedo
a su vecina, la
única que está
lejos y a la vez
muy cerca, vas
con esa ropa

tan siniestra
tan aterradora,
quizás por eso
te temen, nosotros,
los ignorantes
de tu poder
y tu razón de
existir y estar
aquí, a la vuelta
de la esquina.
¡Oh muerte,
liberadora de almas,
ácido de cuerpos
y fuego de vivos!
no tiene límites
usted, señora,
joven, dama,
niña, anciana,
ya que puedes
actuar por ti misma
o ser invocada
por idiotas
que lo hacen no
para ellos, sino
para otras personas,
pero tú odias servir
para satisfacer
la venganza de tales
inhumanos, bestias
que pueblan la Tierra.
Les devuelves
ese crimen
¡oh muerte!
a esas fieras
de manera justa
y proporcional, a
los hechos, o con
un poco más de
dolor, pero hay
algunos que te invocan
para ellos, que
generalmente
son personas
cansadas de la vida
y de las bestias
que les tocó
aguantar, como te
gustaría no actuar en esos
casos, pero es algo
que no está en tus manos.
Nadie es inmune
a ti ¡oh muerte!
y hay arriesgados
que te buscan vencer
tú solo observas
pues entiendes que
para ellos es divertido,
pero si ellos definen
mal su movimiento
y comienzan a caer
debes actuar,
obligatoriamente,
cubriéndolos con
ese velo tan temido
que te regaló tu Padre,
luego dejar sus cuerpos
en tierra y llevar sus espíritus
donde los quieras dejar,
en ese paraíso, en esa
prisión, o en ese castigo.
Diferente es ¡oh muerte!
con el que te ve
como una mentira
el que se burla de ti
se burla de tus leyes,
como la ley de que
nadie se salva de ti,
ellos se creen mucho
cometiendo crímenes
o arruinando su vida
con adicciones, se
ríen, diciendo que
no les puedes hacer
nada, grave error
pues tu velo comienza
a cubrirlos, pero de la
manera más lenta y
apretada posible,
si intentan romper tus leyes,
tú los romperás a ellos.
Pero si actúas tú
¡oh muerte!
usas esos temidos
y conocidos disfraces:
tragedia, inundación,
catástrofe, viudez, entre
otros, ¡oh muerte!
que irrumpes de manera
inesperada, implacable
nuestra primera reacción
es un grito, de furia,
un grito rebelde hacia
ti, o peor aún, a tu Padre,
la cordura nos abandona
esos segundos, ese momento,
pero luego, entendemos
por qué actúas, y lloramos;
inesperada, dura, terrible
pero bendita muerte,
hija de Dios Todopoderoso.
¡Oh muerte! en cualquiera
de tus actos, te quedas
viendo los velorios
y funerales, ves
derramar lágrimas
a los que solo por
ese día, te ven
como una enemiga,
tú los dejas pues
sabes que eso es
producto del dolor,
y además de eso
contemplas la única
ley que te sobrepasa,
la ley de la vida, la ley
de tu Padre, la que se saben
los humanos, es la que dice:
"Recuerda a esa persona
cuando no esté contigo,
si lo haces, nunca morirá".

2016 Jun 23

Alexander Miller
Desde 2016 Abr 30

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