Oda al Tiempo
Un hombre sano,
fuerte, sensato
¿podrá doblarle
la mano al tiempo?
al destino, a lo escrito
si existe algo parecido.
Siempre se dice que
uno escribe el futuro
su propio destino,
quizás no gane
el tiempo siempre gana.
¡Oh tiempo
que haces de un joven,
un hombre fuerte,
y luego un viejo,
un estorbo un desperdicio!
Tú, tiempo
no tienes regla
ley o límites, eres
infinito, eterno impredecible,
eres un dilema viviente,
nadie te puede resolver,
a nadie le alcanzas, tiempo.
Produces años que
pueden pesar en
muchos de nosotros,
los hombres, ignorantes
de tu gran poder.
Pero nos haces
más maduros
pues nos acompañas
con tus hermanos
vejez, experiencia,
dolor, sabiduría,
esperanza y amor.
Placeres nos regalas
y sufrimientos por igual.
Yo mismo quedo pequeño
frente a ti, tiempo,
pues me has hecho crecer,
madurar, sufrir, soñar,
opinar, pensar, amar,
superar obstáculos
que cruzaban como
automovilistas apurados
que no piensan en nadie
más que en ellos.
Aunque a algunos, tiempo,
no los pudiste ver superar
aquellas nubes grises,
pues se rinden
en pleno vuelo,
alcohólicos, drogadictos,
deprimidos y locos,
asesinos, ladrones,
pobres, entre otros,
que no hicieron más
que tratar de mirar
y avanzar hacia atrás
o seguir el camino
más corto, más fácil,
grave error, está claro.
¿Qué pasa con los jóvenes
que se dejan vencer?,
pues se arrepienten
cuando muy tarde es,
pero con los pocos
que llegaron al
final, tú, tiempo,
te alegras y los premias
con orgullo y satisfacción.
Los adultos cuando
caen por la tentación,
no les va bien está claro,
pues para ellos no
es tu compasión,
diferente es con los
que triunfan y aguantan,
pues les espera la olla
al final del arcoíris,
premiándolos con el
oro de la felicidad.
Los ancianos lo pasan
peor, pues o son queridos
o son olvidados,
¿por quienes?, por
sus propias familias
pues otra boca que alimentar
es mucho gasto
para sus bolsillos tacaños,
y tú, justo a tiempo, tiempo justo
te encargas de que
sus bolsillos queden negros,
rotos, vacíos, tal como
su alma y su corazón.
Y al quedar sin padre
o sin madre, notan
que hicieron mal,
pues la ausencia causa
muchas cosas, porque
por la ausencia de calor
se hace notar el frío,
por la ausencia de luz
se hace notar la oscuridad
y por la ausencia de amor
se hace notar lo frío,
oscuro y cruel del ser humano.
¿Qué culpa tienen los ancianos
de esos inhumanos corazones?
estas personas lo aguantan, hasta
que en la enfermedad caen,
cuando saben lo que va
a suceder y tienen miedo,
pues no quieren dejar
atrás lo hecho, lo vivido,
sienten miedo de que
las almas de sus parientes
no se salven y oran por ellos
y por todos los vivientes.
¡Oh, tiempo remoto,
que todo lo ves,
date cuenta del sufrimiento
de esas estatuas viejas
que corazón de oro tienen!
Recuerda que tú
con tus suaves manos
las moldeaste con vida
para que vivan sin quejas,
pero jamás esperaste
que los dejaran perecer
en tierras secas.
¡Oh, tiempo! ¿y qué haces
cuando ya terminan
esa bella oración, se les
pasa el miedo y saben
muy bien lo que quieren?
pues lo que haces
es dejar, dejar y dejar:
dejas que le cubra
el velo de tu hermana,
muerte, dejas que su alma
se la lleve tu padre, Dios
y dejas que descanse en paz.
Conoce más del autor de "Oda al Tiempo"