NAUFRAGIO.

Tu risa fue mi salvavidas donde solo miraba vacíos
que me llenaban demasiado.
Creamos melodías que nos persiguen todavía
como partituras que se tocan en el piano
de una noche de nostalgia,
la lluvia lo sabía,
ella predijo nuestro adiós
mucho antes de conocernos.

Te salve y me salvaste,

y eso cuenta más que un corazón roto,
más que un atardecer
con estos tintes de nostalgia...
mis pupilas observan la belleza del mar
y veo tu retrato en la arena
y me cuesta decirlo, me cuesta escribirlo
porque fuiste la forma más bella
de acabar con un fracaso.

Y no me preguntes porque
que ni yo se las respuestas del destino,
te veo en modo princesa y me pongo en modo poeta
para tratar de salvar aunque sea
el recuerdo de tu risa de este naufragio.

Volvería a perderme.
Volvería a perderme para volver a encontrarte en otra vida, mi vida.
Si, lo sé.
Las despedidas siempre duelen
cuando aún hay poesía que decirse.
Pero te salve y me salvaste,
y eso es lo que vale.