Narciso obtuso

Tan previsible como el frío de Enero,
hablo tanto sin saber, que sé,
que me voy a comer la pared.

Narciso perplejo por el reflejo de mi arrogancia.

Vago borracho en carreteras de zafiro,
con la intención de cambiar, como última esperanza.

En la calle aprendí lo que es el respeto,

viendo a padres sudar por el futuro de sus nietos.

Cascadas de errores en mi derrota,
con la muerte del pez por la boca.

Fustigo errores con lanzas de odio,
a un poeta novato acomplejado,
por los recuerdos que sangran,
las arrugas de mis manos.

Consciente del fallo admito,
que ladrar sin saber es delito,
y que escuchar es de sabios benditos.

Me hallo en busca de mejoras,
para evolucionar al ser, y querer,
ser algo más que el ayer, ahora.

En este escrito me recito
un poema de confesión,
con la única ilusión,
de no acabar siendo un proscrito,
en la piel en la que sirvo, mi función.