Mi Gata Madrileña

Una gata madrileña merodea mi tejado
se descuelga hasta la ventana de mi chalet adosado
se me queda mirando con los ojos como platos
y pone cara de estar diciendo, no eres mi dueño
pero sin embargo cada noche contigo sueño.

Su mirada es penetrante, su pelaje de divina
sus movimientos sensuales, con su cola siempre altiva
pasa su lengua por los labios con suma delicadeza
maúlla y ronronea como si estuviera en celo

Se acomoda en mi regazo con su panza para arriba
buscando quedar en trance al compás de mis caricias
egoismo puro y duro que tienen todos los gatos
donde tú te crees su dueño y eres solo un puro esclavo
y te engañas al pensar que un clavo saca a otro clavo.

Yo quiero que sea mi gata y solo viene de visita
tiene su propio sillón, y hasta sus propias revistas
estoy muy enamorado de esa gata arrabalera
que baja las escaleras y se adentra en mis fronteras
y llena todo de pelo y bolitas en la arena.

Tengo comida gourmet y ratones de peluches
me ha robado el corazón y lo guarda en un estuche
me he tatuado sus patitas caminando por mi espalda
ya no concibo mi vida sin tenerla entre mis piernas
si tiene miedo en la noche me hace prender la linterna.

A veces cuando despierto y no la siento a mi lado
sé que ha vuelto hasta su casa, dejándome en mal estado
es un amor compartido entre el deber y el placer
su propietario le da un corazón con sentido
y yo solo le doy cuerda para que tenga latido.

Yo creía que era de perros, de peces o de tortugas
de conejos, de canarios o de ranas con verrugas
de hansther o de ratones blancos de laboratorio
y sin embargo aquí estoy intentando abrir la lata
para que venga a mi vida, para que baje mi gata.